Centro Campestre Inka Maya nació del viaje transformador de su fundador a Guatemala, donde descubrió su vocación culinaria. Al regresar al Perú, decidió estudiar gastronomía y fusionar sus raíces peruanas con la cultura maya por aprecio y amor a las personas de ese país, dando origen al nombre "Inka Maya". Establecido en Espinar, un lugar propicio para nuevos emprendimientos, el centro se convirtió en un espacio innovador que celebra la unión de dos civilizaciones milenarias a través de la cocina. Hoy, Inka Maya es más que un negocio: es un puente cultural y un testimonio de cómo la pasión y el respeto por las tradiciones pueden generar experiencias únicas y enriquecedoras.
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¿Buscas el lugar perfecto para tu evento especial? En Inkamaya, cada celebración se transforma en una experiencia inolvidable, rodeada de naturaleza, tradición y sabor.
Ofrecemos:
Estamos en Espinar, a solo minutos del centro, con el encanto de la naturaleza como escenario.
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El Lechón de Cordero rinde homenaje al paso tradicional de Espinar, una celebración donde la tierra y el fuego se encuentran en perfecta armonía. Este plato representa la esencia de la cocina andina: el respeto por el producto y la paciencia en la cocción.
El cordero es horneado lentamente a baja temperatura hasta alcanzar una textura tierna y jugosa, con una piel dorada y que encierra su sabor profundo. Se acompaña con papas nativas bien doradas, que aportan carácter y color; moraya, símbolo de la preservación ancestral de los alimentos; mote, suave y reconfortante; y una ensalada fresca, que equilibra el conjunto con notas ligeras y herbales.
Un plato que evoca la calidez de las festividades y tradiciones de Espinar, invitando a saborear la historia en cada bocado.
Sugerencia de maridaje:
Ideal con un vino tinto joven y afrutado, como un Malbec o un Syrah, que resalte las notas horneadas y la intensidad del cordero.
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La Trucha Frita representa la esencia pura de la cocina andina , donde la frescura del agua y el calor del fuego se unen en un solo sabor.
La trucha, seleccionada cuidadosamente, se fríe lentamente hasta alcanzar una piel dorada y crujiente, conservando en su interior una carne tierna, jugosa y llena de sabor natural. Se sirve con arroz blanco que aporta suavidad y equilibrio; papas nativas bien doradas, que brindan textura y carácter; moraya, símbolo ancestral de las alturas; y una ensalada fresca, que ilumina el plato con notas ligeras y herbales.
Un conjunto que honra los productos locales y las tradiciones de Espinar, transformando la sencillez de la trucha en una experiencia llena de sabor, historia y autenticidad.
Sugerencia de maridaje:
Ideal con un vino blanco joven o una cerveza artesanal ligera, que realce la frescura y delicadeza de la trucha.